Comenzamos nuestra jornada en compañía de Maraska, la profesora que imparte clases a alumnos de formación profesional en el centro educativo de Portorov.
Aquí, a diferencia de lo que hemos conocido en el centro de Piran, mantener la disciplina en clase resulta un reto difícil. De hecho, nada más llegar, la profesora se ha visto obligada a expulsar a siete u ocho alumnos por su mal comportamiento. Muchos de ellos no muestran interés hacia el estudio, aunque Maraska hace hincapié en que siempre hay un porcentaje de alumnos muy bien cualificados que tienen claro que asisten a clases dispuestos a aprender.
La profesora ha preparado actividades para que todos realicen un trabajo cooperativo en grupos de cuatro. Cada uno de los miembros ha debido elegir un rol con una función concreta: 1. Investiga; 2. Escribe; 3. Revisa y corrige; 4. Expone como portavoz. Estos roles van rotando en cada una de las tareas.
Los alumnos han trabajado los pictogramas relacionados con el medio ambiente y la tecnología, del mismo modo que las definiciones de términos específicos relacionados con dichos temas.
Con otro curso, y siguiendo la misma metodología activa, han tenido que redactar textos muy breves donde han dado ejemplos de cómo se podría digitalizar la educación.
A mis compañeras y a mí nos llama la atención que no trabajan con libro, exclusivamente con sus dispositivos móviles y, en todo caso, un cuaderno fino en el que toman anotaciones, si lo necesitan, de las proyecciones que visualizan. La profesora nos explica que desde primaria, los alumnos pasan de curso con carencias significativas, que no están acostumbrados a escribir y llegan a niveles más altos con falta de hábito de estudio, problemas de lectura y escritura y un escaso vocabulario. Tampoco las nuevas tecnologías están ayudando en todo esto, por lo que reconocemos aquí un problema generalizado que traspasa fronteras.
Finalmente, Maraska nos ha presentado a otros compañeros y también al director, Borut Butinar, con el que hemos tratado el tema de una posible visita de profesoras eslovenas a Torredonjimeno en la primavera próxima.
Así ha acabado nuestra estancia en Eslovenia, a falta del viaje de regreso a Torredonjimeno, que será mañana sábado. Para profesores y alumnos ha sido una experiencia inolvidable, con la que hemos aprendido mucho.
Terminamos nuestro día despidiéndonos del país con una visita al Lago Bled y a la capital, Liubliana. Ambos lugares nos dejan un recuerdo muy grato de nuestra experiencia vivida aquí.