Hoy sábado hemos puesto el broche final a esta semana de formación con unas sensaciones muy positivas y, como suele decirse, con la mochila llena de nuevas ideas. La sesión ha estado dedicada a repasar de forma global todo lo trabajado a lo largo de estos días, permitiéndonos ver la coherencia del proceso y comprender mejor cómo encajan todas las piezas del uso educativo de la Inteligencia Artificial.
Una de las ideas clave que nos llevamos es que la IA ha llegado para quedarse. No podemos mirar hacia otro lado ni mantenernos al margen. Nuestro papel como docentes es doble: formarnos y formar al alumnado en un uso responsable, crítico y ético de estas herramientas. La IA ofrece un abanico amplísimo de posibilidades, pero debemos conocer tanto sus fortalezas como sus límites. Entre ellos, aspectos tan relevantes como la protección de datos, la necesidad de verificar información o el elevado consumo energético asociado a su funcionamiento.
Se ha insistido también en que la IA es una herramienta extremadamente potente para asistirnos en tareas mecánicas o repetitivas, pero la dimensión emocional, humana y pedagógica seguirá siendo insustituible. Ahí es donde entramos nosotros, con nuestra capacidad de acompañar, crear relaciones y entender las necesidades reales del alumnado.
Otro bloque importante del día ha sido el dedicado a la adopción de la IA en el sistema educativo. Para avanzar hacia un verdadero cambio, es imprescindible un liderazgo educativo sólido. Hemos reflexionado sobre:
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la necesidad de que el equipo directivo impulse el proceso con una visión clara,
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la importancia de coordinar departamentos y generar una cultura de colaboración,
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la creación de una visión compartida del centro respecto al uso de la IA,
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y el acompañamiento continuo al profesorado para que nadie quede fuera del proceso.
Se ha subrayado que antes de comenzar cualquier transformación, es necesario consensuar objetivos mínimos que sean SMART: específicos, medibles, alcanzables, realistas y acotados en el tiempo. Estos objetivos permiten orientar el cambio, evaluar avances y mantener el enfoque. A partir de ahí, elaboramos un plan de acción que marque los pasos concretos a seguir en nuestro centro.
Para facilitar este proceso, hemos diseñado un prompt específico para liderar la transformación educativa, pensando en cómo la IA puede ayudarnos a planificar, organizar y revisar cada fase. De nuevo, se ha destacado la idea central que nos ha acompañado toda la semana: la clave está en invertir tiempo en construir un buen prompt. Cuando la instrucción está bien diseñada, todo fluye con mayor rapidez, claridad y eficacia.
La jornada ha concluido con la entrega de diplomas y la despedida entre compañeros, en la misma aula donde hemos compartido tantas horas de aprendizaje, debates, dinámicas y descubrimientos. Un momento sencillo pero significativo, que marca el cierre de una experiencia de crecimiento profesional y personal.
Ahora toca volver a casa, revisar con calma todos los materiales y poco a poco ir integrando las ideas en nuestra práctica. Me llevo no solo herramientas, sino también una reflexión profunda sobre el papel de la IA en la educación y sobre cómo podemos impulsar un cambio real desde nuestros centros.